Me metí en el entrenamiento sexual ya que soy un mentiroso de clase mundial. No había forma de ser sincero y sobrevivir a mi infancia, así que me volví increíblemente bueno en eso. Podría mentir viendo a los ojos, entre lágrimas, sobre cualquier maldita cosa que quisiera, si me proporcionara lo que necesitaba para pasar el día.

Desafortunadamente, esta habilidad comenzó a matarme, no podía decir mentiras de la verdad, no podía distinguir a mis amigos de mis enemigos, no podía entender quién era. Para muchos de nosotros que crecemos en hogares y comunidades que vigilan nuestro género y nuestra expresión sexual, esta es una experiencia muy común. Muy a menudo, las niñas se ven obligadas a asistir a desfiles rosados de alta categoría y a comportamientos pasivos que destruyen el espíritu, mientras que los niños son castigados por cualquier signo de vulnerabilidad emocional, empatía y conexión y para aquellos de nosotros que vivimos fuera del binario de género niña / niño, la vida pudo ser un ejercicio diario de rechazo social y violencia.

Mentirnos a nosotros mismos y a los demás es una habilidad que aprovechamos significativamente a medida que damos forma a nuestra sexualidad, porque todos nosotros, independientemente de nuestra raza, género, sexualidad, edad, habilidades y deseos, estamos formando nuestra sexualidad dentro de este género crítico. -Rigido, sistema anti-sexo.

Cuestionando la mitología de nosotros mismos.

Me convertí en un entrenador sexual porque quería eliminar los mitos sobre el sexo y el deseo que nos ha obligado a mantenernos en línea, a despojarnos de nuestra auténtica expresión sexual, a confundirnos y separarnos. También participé en este trabajo para ayudar a mis pacientes a descubrir y cuestionar la mitología de nosotros mismos, para algunos de nosotros, nuestras mentiras de supervivencia, para llegar a nuestras verdades más profundas, para reclamar y honrar nuestra verdadera sexualidad y nuestro poder sexual.

Durante los últimos 20 años, a menudo escuché a mis pacientes hablar sobre su deseo de una manera socialmente aceptable, solo para descubrir a través del proceso de entrenamiento que sus deseos reales eran algo muy diferente. Por ejemplo, algunas de las mujeres en mi práctica han confesado, a pesar de un compromiso de por vida con la igualdad en su vida cotidiana, un deseo abrumador de dominar en el dormitorio, los héroes del fútbol han descubierto el deseo de someterse o ser penetrados, las personas homosexuales han revelado su amor por el sexo heterosexual, los voyeurs han revelado sus exhibicionistas internos, los pacifistas han susurrado un anhelo de herir o restringir.

Es difícil decir la verdad sobre el sexo.

Great Sex se nos vende por minuto como medida de nuestra belleza y éxito, nuestra autoestima, sin embargo, esta sobreventa y exageración solo abarata el valor de la conexión sexual real en nuestras vidas. Si bien podría decirse que el sexo no es tan importante como el amor, a menudo trae impactos significativos que cambian la vida. Incluso cuando el sexo es superficial, invariablemente aprendemos algo sobre nosotros mismos: ¿Somos generosos o nos contenemos? ¿Creativos? ¿Valientes? Pedir lo que queremos mientras estamos acostados desnudos en la oscuridad (o parados completamente vestidos en la cocina) no es para los débiles de corazón.

Tres auto-reflexiones exploratorias

Lo primero que les pido a mis pacientes que hagan, es escribir su historia de sexo. Muchos me dicen que no la tienen. Lo que les digo es esto: todos tenemos una. Las personas que nunca han tenido relaciones sexuales tienen historias de sexo, porque han tomado decisiones sobre como abordar su deseo o falta de deseo.

La segunda cosa que les pido que hagan es esto: libérense de juzgar como o de quien ha aprendido acerca de su deseo. Libérese para recordar esos momentos en que toda la sangre corrió hacia su cara, o cuando su cuerpo soltó sus inhibiciones y fué superado por un orgasmo o un simple beso. Libérese para saber lo que sabe acerca de sus deseos más profundos, ya sea que estuviera atado o retenido, o en la parte superior, con los ojos vendados, o gritando, o llorando, o con alguien con quien haya decidido que nunca se acercaría, o teniendo sexo consigo mismo. Permítase saber las cosas que ya sabe sobre lo que le excita, le vuelve loco, le lleva al borde de la razón o le empuja al borde del control físico y emocional. Libérese para descubrir el poder de su historia de sexo, todos tenemos una. Y todo lo que necesita saber para encarnar una sexualidad vibrante y auténtica está incrustado en ella.

Lo terceroque hacemos es considerar estas tres preguntas fundamentales:

La mayor mentira que digo sobre mi sexualidad es ...

La gran cosa que estoy ocultando sobre lo que realmente quiero es ...

¿Quién me obligó a crear esta mentira? ¿Para quién o para qué sirve?

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